Hoy
es uno de esos días en los que no he dejado de darle vueltas a la desorganizada
gestión de nuestro sistema; ése que nos permite salir adelante, hacer planes de
futuro o llegar (más bien, no llegar) a fin de mes.
Como
en todo, para que algo funcione son necesarias varias piezas; no puedes
encender un ordenador sin disco duro. De la misma manera, no puedes arrancar el
coche sin batería.
Este
tremendo rompecabezas ha sido la situación más habitual a lo largo de la
historia. En los años 60 casi dos millones de españoles abandonaban el país en
busca de unas mejores condiciones de vida. La mayoría de ellos no contaban con
un contrato de trabajo y, muchos, eran analfabetos.
A
día de hoy la situación es casi idéntica con la diferencia de que un alto porcentaje
de los emigrantes posee estudios universitarios ¿Qué está pasando pues? ¿Qué
está fallando en este “maravilloso” sistema que tanto nos está jodiendo?
Es
cierto que el nivel de estudios por individuo es elevado pero también el
carácter y la forma de ser de los candidatos a un puesto de trabajo ha cambiado
en los últimos 50 años ¿Cuántas veces hemos oído lo de “por ese dinero no me
voy a esforzar” o “yo no me voy a desplazar hasta allí”?
Estos
son algunos de los aspectos en los que nuestros abuelos nos han ganado por
goleada.
Hemos
optado por utilizar la lógica exclusivamente para estudiar, no para aplicar el
resultado del consecuente estudio. Se podría decir que, en el último siglo,
nuestra sociedad no ha avanzado; más bien ha retrocedido fomentando, a su vez,
las comúnmente llamadas “burras con cuatro letras”; me explico…
Típico especimen español |
Luego está la otra cara de la moneda o, lo que es lo mismo: El patético perfil del empresario: Ignorante, con falta de formación y con ganas de sacarle el jugo a naranjas, peras, limones y todo lo que se precie.
Ello
ha llevado a un cambio radical de las condiciones socioeconómicas (decremento
de los sueldos, pérdida de derechos laborales, inseguridad…) pero… tampoco se
puede dejar de lado el poco interés del aspirante a trabajar. Las cosas se
complican…
Pensando
en el dilema del huevo y la gallina ¿Quién fue primero: La crisis o la
sociedad?
Ésta
hace mella en todos los sectores pero yo no veo a ningún individuo sin teléfono
móvil, sin tomarse unas cuantas copas los fines de semana o, incluso, sin un buen
y recién estrenado coche.
Parece
que nos hemos empeñado en dar la talla inflando currículums de forma
desmesurada, pero seguimos sin tener el criterio suficiente para cumplir con lo
más básico como son la educación, la ética o la solidaridad. Invertimos años en
adquirir una serie de conocimientos de los que, luego, pretendemos huir como de
la peste.
Para
que el puzle se complete y para que todas las piezas lo conformen de forma
ordenada debe haber un equilibrio o acuerdo entre trabajador y empresario. Con
esto tendríamos que volver al eterno problema del siglo XIX: El patrón quiere
hacerse rico y el empleado pretende no quedarse pobre.
Por
ahora, vamos perdiendo la batalla por uno a cero en favor del empresario. Y tú
¿de qué bando estás?
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