Friday 24 March 2017

Quiero ser una araña

¿Qué se te viene a la cabeza cuando piensas en arañas? Posiblemente asco, repugnancia…

¿Sabías que me gustaría ser una araña? He analizado la vida de estos “insignificantes” y “nauseabundos” bichos y me he dado cuenta de que, a pesar de sus infravalorados atributos, viven en un mundo bastante más bonito que el nuestro; y no lo digo por ser mujer (de sobra es sabido que las arañas son “feministas”, y prefiero no entrar en detalles por si el lector se marea…).

Me gustaría ser araña para corretear libre por todo aquello que se precie de ser escalado; para ver el mundo en todas sus perspectivas (izquierda, derecha, boca arriba, boca abajo…); para colgarme de mis largas patas y reírme de lo pequeña que es la cabeza de alguna gente (sobre todo, vista desde arriba); para no ser juzgada por nadie.

Me gustaría no tener que amoldarme a toda esta infinidad de normas; construir mi tela sin miedo a una hipoteca; disfrutar de mis arácnidas habilidades sin tener que lidiar con otros a los que tendré que seguir para integrarme en el grupo.

Me gustaría ser araña para no ser manipulada; para no tener que elegir diariamente; para no pasarme la vida pagando los platos rotos de otros individuos; para optar por comer o ser comida sin necesidad de chantajes; para ver salir corriendo a los demás en busca de una zapatilla y, ya de paso, echarme unas risas.

Me gustaría despojarme de mi aspecto  y convertirme en un armazón de pelos, patas y ojos (de poca utilidad a pesar de su número, por cierto).

Si fuera una araña correría por el campo golpeando despreocupadamente mis pedipalpos contra el suelo a modo de tam-tam, sólo para decir: “¡Hola mundo!¡Aquí estoy!”. Me gustaría comer al que miente, al que  intenta explotarme, al que pretende jugar con mis sueños y con los de los demás….

Evidentemente, esto no es un tratado sobre arácnidos;  es una crítica social. Nuestro mundo no es como el de las arañas; es mucho peor ¿Quién no quiere ser araña?

Para los curiosos

Os ahorro el trabajo de buscar directamente en Google.
El arácnido más grande que existe es la tarántula Goliath o “Comepájaros” (es mentira; no suele comerlos). Pueden medir hasta 20 cm (un plato de cocina de los que usamos cuando tenemos hambre) y pesar en torno a 100 gramos (hay por ahí alguna hembra en cautividad que llega a los 155). La picadura de la Goliath es similar a la de una abeja, o sea que no es para tanto. Asusta más el tamaño que el veneno.

A menudo arrojan a sus enemigos unos pelos urticantes situados en la parte final de su abdomen, vamos, en el trasero. Este es otro de los motivos por el que me gustaría ser araña. Sería prácticamente imposible que alguien me tocara el culo.

Como insectos que son, cuentan con la “inteligencia” de los de su especie. Lo de “inteligencia” lo pongo entre comillas porque hay seres humanos que ocupan un puesto inferior (en la escala animal) con respecto a nuestras amigas.

En un principio, se creía que las arañas construían sus telas de acuerdo a patrones genéticos y estereotipados; hoy está demostrado que el éxito en la caza influye en la realización de esta tarea. Así, una araña que ha logrado atrapar a sus presas en una determinada parte de su tela, reforzará esa zona haciéndola más amplia y tupida. Nuestras peludas construyen telas a diario ¡Y son más listas de lo que parece! (lo que pasa es que van por el mundo como si la cosa no fuera con ellas).

A no ser la araña saltarina, sus restantes compañeras de grupo apenas ven ni oyen. Se comunican por medio de vibraciones que realizan golpeando sus pedipalpos (esos apéndices articulados que tienen en torno a la boca). Vamos, que hablan por tam-tam.

Dentro de los arácnidos, ciertas especies australianas están en peligro de extinción debido al mercado negro (“ricachones” extravagantes… ya se sabe). Mira que es difícil provocar la extinción de un insecto. Pues bien, nosotros estamos a punto de conseguirlo (… el ser humano, que siempre será una pifia).

Para más información, lo de siempre: Google.


* No adjunto ninguna fotografía “real” de una araña porque la aracnofobia está muy extendida en nuestra absurda sociedad y no se trata de que este artículo provoque ataques de pánico.