Monday 16 May 2016

Trabajo, sociedad y comeduras de coco



Hoy es uno de esos días en los que no he dejado de darle vueltas a la desorganizada gestión de nuestro sistema; ése que nos permite salir adelante, hacer planes de futuro o llegar (más bien, no llegar) a fin de mes.

Como en todo, para que algo funcione son necesarias varias piezas; no puedes encender un ordenador sin disco duro. De la misma manera, no puedes arrancar el coche sin batería.

Este tremendo rompecabezas ha sido la situación más habitual a lo largo de la historia. En los años 60 casi dos millones de españoles abandonaban el país en busca de unas mejores condiciones de vida. La mayoría de ellos no contaban con un contrato de trabajo y, muchos, eran analfabetos.

A día de hoy la situación es casi idéntica con la diferencia de que un alto porcentaje de los emigrantes posee estudios universitarios ¿Qué está pasando pues? ¿Qué está fallando en este “maravilloso” sistema que tanto nos está jodiendo?

Es cierto que el nivel de estudios por individuo es elevado pero también el carácter y la forma de ser de los candidatos a un puesto de trabajo ha cambiado en los últimos 50 años ¿Cuántas veces hemos oído lo de “por ese dinero no me voy a esforzar” o “yo no me voy a desplazar hasta allí”?

Estos son algunos de los aspectos en los que nuestros abuelos nos han ganado por goleada.

Hemos optado por utilizar la lógica exclusivamente para estudiar, no para aplicar el resultado del consecuente estudio. Se podría decir que, en el último siglo, nuestra sociedad no ha avanzado; más bien ha retrocedido fomentando, a su vez, las comúnmente llamadas “burras con cuatro letras”; me explico…
Típico especimen español













Luego está la otra cara de la moneda o, lo que es lo mismo: El patético perfil del empresario: Ignorante, con falta de formación y con ganas de sacarle el jugo a naranjas, peras, limones y todo lo que se precie.

Ello ha llevado a un cambio radical de las condiciones socioeconómicas (decremento de los sueldos, pérdida de derechos laborales, inseguridad…) pero… tampoco se puede dejar de lado el poco interés del aspirante a trabajar. Las cosas se complican…

Pensando en el dilema del huevo y la gallina ¿Quién fue primero: La crisis o la sociedad?

Ésta hace mella en todos los sectores pero yo no veo a ningún individuo sin teléfono móvil, sin tomarse unas cuantas copas los fines de semana o, incluso, sin un buen y recién estrenado coche.

Parece que nos hemos empeñado en dar la talla inflando currículums de forma desmesurada, pero seguimos sin tener el criterio suficiente para cumplir con lo más básico como son la educación, la ética o la solidaridad. Invertimos años en adquirir una serie de conocimientos de los que, luego, pretendemos huir como de la peste.

Para que el puzle se complete y para que todas las piezas lo conformen de forma ordenada debe haber un equilibrio o acuerdo entre trabajador y empresario. Con esto tendríamos que volver al eterno problema del siglo XIX: El patrón quiere hacerse rico y el empleado pretende no quedarse pobre.

Por ahora, vamos perdiendo la batalla por uno a cero en favor del empresario. Y tú ¿de qué bando estás? 








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